dijous, de gener 04, 2007

Veneçuela d'hivern. Fragment escollit

El fallit cop d'estat contra Chávez de l'11 d'abril de 2002 va generar tanta confusió entre l'opinió pública mundial que no crec extemporani transcriure les opinions de Teodoro Petkoff, en el pròleg de Chávez sin uniforme. Crec que és una explicació magistral i que s'ajusta a la realitat de manera gairebé insòlita si prenc com a referent la literatura que he anat llegint al respecte. Espero que també sigui d'utilitat a la gent interessada en el tema. Val a dir que Petkoff és el fundador de l'históric partit d'esquerres veneçolà Movimiento al Socialismo (MAS), y que durant els primers passos del procés revolucionari el seu partit donava suport a Chávez.

[...]Dejemos ahora de lado la "ayuda" que le ha brindado la oposición y volvamos a la propia acción del biografiado. Chávez prácticamente estuvo a punto de perder el poder el 11 de abril de 2002 porque él mismo cavó el hoyo donde cayó y de donde por pura casualidad, o mejor, por pura buena suerte, pudo salir. Para ser alguien que no ocultaba las finalidades, más que reformadoras, revolucionarias, de su gobierno, el empeño que puso en destruir la amplitud de la base social y de las alianzas sobre las cuales sustentar aquellos propósitos, resulta comprensible sólo a la luz de su inmadurez, su infantilismo de izquierda y su impulsividad "táctica".

El gran problema que debe enfrentar todo reformador social es cómo no "hacerle la cama" a sus potenciales -y tal vez inevitables- adversarios con conductas y actitudes que hagan nacer temores, aprensiones, sospechas que vayan inclinando el "centro" hacia el extremo que adversa al "reformador". Chávez se comportó de un modo tal que sin avanzar realmente en nigún gran cambio en el país y sin haber creado todavía una fuerza orgánica para sustentar su accionar político en la sociedad, con su discurso agresivo, con su modo intolerante y sectario de encara a la oposición y con algunos actos de gobierno de un delirante infantilismo izquierdizante, fue lanzando contra él a sectores que inicialmente le habían sido faborables y algunos otros cuya neutralidad le habría sido necesario conservar.

Al comenzar 2002, Chávez había perdido la batalla por el "centro". En un país que en 1998 estaba maduro para aceptar cambios institucionales que devolvieran al pueblo las posibilidades de participación en los procesos políticos que le fueran confiscadas por la partitocracia adeco-copeyana, así como para acompañar reformas importantes en el sentido de conciliar el crecimiento económico con la justicia, el discurso de Chávez, de un izquierdismo primitivo y elemental, así como algunos de sus comportamientos políticos, generaron temores, sobre todo en la clase media -que en proporción muy significativa había votado por él-, que le fueron alienando ésta e hicieron posible que los sectores políticos y sociales desplazados del poder en 1998 manipularan esos temores desde la perspectiva del anticomunismo más cerril. Anacrónico, después del colapso soviético, y tan elemental como el discurso del Presidente, pero eficaz recurso ante nuestra desprevenida y políticamente ingenua clase media. En pocos meses el país estaba polarizado. Para unos el gobierno de Chávez era el de la reivindicación social, la justicia y la "venganza" frente a los partidos que rigieron la vida nacional durante medio siglo; para otros, el gobierno de Chávez constituía una peligrosa amenaza comunista, y las calificaciones de "dictadura totalitaria" no tardaron en florecer. Potentes chorros de adrenalina comenzaron a ser bombeados, en una atmósfera cada vez más irracional, con Chávez y los medios de comunicación enfrentados en una batalla signada por el tremendismo por ambas partes, plagada de wishful thinking de lado y lado, y de una increíble subestimación y desconocimiento del "otro", que rápidamente sustituyó el buen juicio político por el juicio de intención.

El "ultraizquierdismo" verbal de Chávez -esa "enfermedad infantil" que dijera Lenin-, había lanzado contra él a la clase media y radicalizado a la burguesía, capas que influyen decisivamente en la conformación de conductas políticas en sectores específicos como el de los militares, la Iglesia, los gremios empresariales, los medios de comunicación y los partidos. Así fue como desde finales de 2001 hasta el golpe de abril de 2002, Chávez vió surgir un movimiento opositor que en muy pocos meses hizo irrisorio el calificativo de "escuálidos" -que él aplicaba despectivamente a sus contrarios-, y que por poco no lo sacó del poder. Curiosamente, en nuestro país se gestó una atmósfera propia de la Guerra Fría, que encontró cada vez mayor eco en la -provervial- estolidez del Departamento de Estado, cuya injerencia en nuestros asuntos, a su vez, potenció a la oposición, pero, paradójicamente, también a Chávez, a quien aquella intromisión le permitía pulsar la tecla nacionalista. Pero, vista con la perspectiva del tiempo, se puede concluir que la acción política de Chávez durante ese período que culminó el 11A fue bastante torpe. No hizo sino echarse enemigos gratuitamente con una conduta de "carrito chocón".

Teodoro Petkoff, próleg de Chávez sin uniforme. Una historia personal, de Cristina Marcano i Alberto Barrera Tyszka, Debate, 2006.