dissabte, de juny 11, 2005

Círculos que se cierran

Queridos pacientes,

como veis, os hablo en una especie de catalán central, pues estoy en Madriz disfrutando de su Feria del Libro. Una anécdota. ¿Sabéis cuánto cuesta aquilar un tenderete en susodicha feria? seiscientas mil pesetas (no lograré nunca habituarme a esa nueva moneda europea que está al borde del fracaso).

Mis agudos pacientes habréis observado que el titular de hoy es Círculos que se cierran. Vamos a ver el porqué de tan enrevesado título.


Primer círculo que se cierra.

El otro día vino a la editorial un señor que nos dejó un manuscrito y un libro suyo dedicado. Ese hombre se merece ante todo mis infinitos respetos, puesto que de su mano me adentré en el apasionante mundo de la literatura, de bien pequeño, cuando aún me furgaba ávidamente la nariz. Ahora sigo practicando -con más sigilo- tan apasionante placer de la vida, sobretodo en los atascos.

Su manuscrito nos pareció interesante pero incompleto. Con suma amabilidad y camaradería le mandé una carta comunicándole que su trabajo nos interesa, pero que debe avanzar más en él. Con total amabilidad nos dijo que tiene labores editoriales para los siguientes meses y que le placería enormemente que el nieto publicara al abuelo, una vez haya terminado las otras cosas que le ocupan. Sigan atentos a su pantalla, para ver el desenlace de tan entrañable historia.

Segundo círculo que se cierra

Os acordáis de este post tan polémico que suscitó el interés de más de dos y menos de cuatro clientes? Pues bién, hagan el favor de leerse ése post, pues si no no sé si van a entender nada de nada de lo que ahora les voy a explicar.

La historia que les voy a explicar.

Andaba yo tan tranquilamente entre caseta y caseta de seiscientos mil reales cuando por los megáfonos salieron escupidas las palabras que forman el nombre del autor -para ustedes anónimo, de momento- que junto con Medrano (no dejen de parar atención a este nombre) habían escrito un libro de epístolas que yo me encargué de rechazar. Lo rechacé porqué atentaba directamente contra la dignidad de un tercer editor, y la economía no nos permitía afrontar una demanda judicial. Bien podríamos haber editado el libro, suprimiendo nombres própios, pero eso nos fue imposible, dadas las reticencias del poeta (aún anónimo para ustedes) a que nadie tocara una puñetera coma de su obra...

-...y en la caseta número tal Leopoldo María Panero firma ejemplares de sus obras más recientes; bla, bla, bla y Los héroes inútiles...

"¿Qué? por los clavos de Cristo, ¡que han encontrado una editorial rebelde que les publique el libro!", pensé yo excitado. Anduve buscando la caseta bajo el sol de la capital. Encontróse yo a Panero, y le pregunté;

-¿Que me puede firmar Los héroes inútiles, muy señor mío?- inquirí no con cierta desvergüenza.

-No -respondió el artista.- No me gusta ese libro.

Atónito, observé que entre sus más recientes obras para firmar no se encontraba el libro de mis deseos. Me lo quedé mirando y él eruptó la siguiente frase que aún no alcanzo a comprender (nótese que yo vengo de la Periferia, y mi castellano es defiente).

-mmmffufhugugfgfufhuihohfif -dijo el poeta, tosiendo.

Como uno sabe que Panero no está normalmente en sus cabales, me retiré en busca del tenderete de la editorial que publicó el libro de Panero que Panero aborrecía. La encontré. Pagué los 20 euros. Les pregunté que qué habían hecho con las frases impublicables y me contaron que habían puesto sólo las iniciales. COSA QUE ATENTABA CONTRA LOS DESEOS DEL POETA.

Y entonces caí en la cuenta. Algo turbio hubiere o hubiese sucedido, que Panero desdeñase de tal modo una obra suya. No le gustan las iniciales.

La obra en sí contiene una advertencia de los editores, que dice así;

"En la presente edición de 'Los héroes inútiles' han sido utilizadas iniciales en algunas ocasiones, con el fin de que, en ningún caso, las personas referidas vean menoscabada su honorabilidad. En verdad no creemos que esto pudiera ocurrir [¡un carajo! Yo me he leído el manuscrito y hay para alquilar sillas, de los improperios que Panero dedica a sus enemigos], pues, como es conocido, cuando dos escritores mantienen una relación epistolar, sus comentarios sobre otras personas no estan basados en verdades absolutas, sino en visiones parciales de las mismas. [...]

Me dan igual los deseos de Panero; este libro merecía ser publicado y aquí está. No sé si es muy ético que un editor se pase por el forro las instrucciones precisas de un autor sobre el no editar ni una coma de la obra. Kafka quería que se quemaran sus obras una vez él estuviese en el hoyo. Me alegro mucho por Medrano. Que la vida lo trate bien. Y no se descuiden de comprar este libro;

Los héroes inútiles, Panero y Medrano, Ellago Ediciones, 20 euros (de tres a cinco cubatas según donde los adquiera)

Y aquí termina el segundo círculo que se cierra.

Tercer círculo que se cierra.

Mi únic i querida aliada ya tiene los papeles del permiso de trabajo en regla. Dios la guarde muchos años. Je t'aime, m'amol!


y ahora si me lo permiten, iré a hacer ofrenda de El viaje a Oriente, de Le Corbusier, a un amigo del alma que es arquitecto, poeta y pintor, y que encima vive en Madriz.


Subal Quinina, desde el mismo Centro de ninguna parte, para La Segona Perifèria.


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Por cierto, siguiendo los consejos de Aida Segura, crítica literaria con mucho talento, en la feria he adquirido;

-Vieja escuela (Tobias Wolff)
-Los perros ladran (Truman Capote)

(aparte del libro de Medrano que ya les he explicado.)

1 comentari:

ea! ha dit...

subal, pujoleges als madriles, hagués gravat la conversa panero-subal. fins aviat i mira mails.