dimarts, de maig 01, 2007

Un experiment postpoètic

Porque el cine es el arte de destruir las imágenes en movimiento
Paolo Cherchi, La muerte del cine, Laertes ed.



Hola, avui practicaré les técniques intuïdes amb la lectura de Nocilla dream. Per favor, no riguin. El text es basa en una experiència real del meu amic Paolo Cherchi, que ja vaig explicar en el seu dia aquí. Llegint Nocilla dream, vaig pensar que La muerte del cine d'en Paolo és un text tant o més experimental que Nocilla dream. Podríem dir, doncs, que és el primer llibre d'assaig postpoètic ultramodern.

El text l'he escrit en castellà. Perquè m'ha vingut en gana i cal practicar.




He aquí un hombre que busca teatros vacíos y salas de proyección en desuso. Tienen una misión secreta que ni siquiera él conoce con exactitud. Camina por mares vacíos y acaricia con la punta de los dedos los armazones de los barcos abandonados varados en la arena. Los rayos de sol caen verticales como cuchillos lanzados del cielo. Atención: tales cuchillos son dejados caer, no son lanzados. La fuerza gravitatoria de las cosas hace que ganen velocidad en su caída. Los rayos de sol son meteóritos que se hunden en la arena.

El hombre que camina por el desierto me cuenta que en una aldea ex-soviética visualiza Delicatessen doblada por un alto funcionario en paro. Antes de ocupar el cargo de traductor se ocupaba de poner una equis en los documentos oficiales cuando la región alcanzaba los objetivos quinquenales, y se ocupaba de descansar durante el resto de año. Ahora, empero, dobla películas en vivo y en directo. El funcionario tiene un tono de voz monocorde grisáceo que no atiende a las pequeñas sutilezas derivadas de los cambios de registro tales como susurros, risas, llantos, gruñidos, gritos. Tampoco imposta la voz cuando el personaje que sale en escena es femenino o anciano o niño. Todos los personajes tienen voz de alto funcionario. Su tono nasal es un horizonte sin montañas o arbustos. El público asistente a la proyección de hoy son: un anciano que camina ayudado de un bastón, su perrito, un par de cabras que comen tejidos de las butacas, un excombatiente de alguna guerra tribal, su kalashnikov oxidado, un niño de siete años, su hermana mayor de trece y, por supuesto, el hombre que camina por el desierto.

El funcionario-doblador lee el guión bajo la luz de una bombilla de cincuenta vatios y envuelto del fino humo de su cigarro. Su voz horizontal se despliega por la sala gracias a un amplificador que funciona con metanol algunas veces. Las otras funciona con una manivela que el niño de siete años se encarga de hacer girar con cierto desdén. Al principio desempeñaba su tarea con orgullo, pero ahora sólo con cierto desdén. Cuando algún personaje de Delicatessen ríe, el doblador hace ja-ja-ja.

2 comentaris:

Portnoy ha dit...

Haré gala de mi mala memoria dos veces: No recuerdo el nombre del narrador japonés encargado de comentar las películas mudas, pero comentar que él era la estrella y era reconocido un artista del mismo nivel que los actores de teatro o los luchadores de sumo. Podría incluso reinventar la trama de una película. El espectáculo no era la proyección, sino su interpretación de las imágenes. Cine y literatura.
El libro de Cherchi es una joya y un grito de horror ante la inhgente cantidad de imágenes que se pierden cada año: Cuantas "realidades" olvidadas y consumiéndose.
En uno de mis últimos viajes por la red descubrí un blog con una reseña reciente de la obra de Cherchi... pero no encuentro el sitio, lástima.
(Imaginas el chirrido de la cama en Delicatessen transcrito por un impersonal (alto) funcionario... tal vez esa parte no la "escenifique")
En fin...
Un saludo

subal ha dit...

Seguramente nuestro doblador bostezaría un crec-crec-crec.

La historia del japonés que comentaba películas mudas es fascinante, amigo señor P.