divendres, de gener 20, 2006

Diego Medrano habla solo

Mis autores, Oh, Medrano
Ya quisieran para sí
La promoción que yo te hago

Subal Quinina


***
Medrano.- Conozo perfectamente a Bolaño, y lo he leído todo, salvo la monumental 2666, que me da un poco de pereza. Ha unido en esa novela varias novelas -dicen que tres o cuatro- que tenía pensando publicar o ir publicando -después de su muerte- como sustento para su familia. Fue Herralde quien tuvo la gloriosa idea de hacer la gran mezcla. Respecto a Bauçà lo conozco -aunque no lo he tratado- a través de Luis Antonio de Villena, quien conserva cartas suyas y algún libro dedicado. Me extraña lo de los tres ordenadores permanentemente conectados a la red, me parece un poco leyenda, épica, dado que todo indica que Bauçà no era "absolutamente moderno", que es lo que quería Rimbaud para sí mismo. No obstante, querido Demonio Verde, en las noches de cuervos erectos todo puede ser.

Saludos episcopales
e incorrectos,
Medranus

Subal
.- [no contesta. Subal tuvo un día de locos en la editorial, y no contesta]

Medrano
.- Me he hecho una entrevista a mí mismo, acerca de mi último libro El hombre entre las rocas, que lo tiene todo de mastubación íntegra y clarividente, para que la cuelgues en tu excelente blog.


***

Sobre EL HOMBRE ENTRE LAS ROCAS
(Regalito para Subal, El Cuervo Rojo)


-¿Por qué el presente título? ¿De dónde viene lo de El hombre entre las rocas?
-Es una imagen plástica, completamente plástica. Nace de la imagen exterior de Ícaro despiezado en el roquedal debido a su completo desastre al errar el tiro. Lo advierto en una pequeña nota, a título de opúsculo, al final del mismo.
-¿Mucho desastre? ¿Demasiada caída?
-Sí, naturalmente. Pero siempre con los clásicos a la cabeza. No demasiado separado de Petrarca cuando clamaba: “Mis riquezas son mis límites”. O del propio Marqués de Santillana: “Ínfima cárcel, más celeste amor”. Este libro es completamente carcelario, porque a veces la bohemia lo es y el retrato, por así decir, del artista joven es siempre desesperado.
-¿Le dedica el libro a un repartidor de periódicos que “le socorrió de un portal”?
-Sí, así es. Ángeles, en fin, que te vas encontrando por ahí en mitad de los corrillos de faunos devoradores y fauves que no saben que lo son. La poesía es un canto de frontera –lo dijo Valente- y sólo la unión de poesía y desastre da lugar a libros como éstos. Por otra parte, enmarcados en la verdadera tradición surrealista y completamente exquisitos.
-Contiene dibujos suyos.
-Sí, quizás imitando a Cocteau o las primeras ediciones de Char. El dibujo dice lo contrario de la letra impresa. El dibujo niega el libro y, a la vez, lo embellece. Como decía Cocteau en Oppium: “La sustancia gris y la sustancia oscura tienen los más hermosos acuerdos”. Yo creo que los dibujos, sí, precisamente es lo que otorga a la presente edición un carácter único. Convierte invertir los escasos diez euros que cuesta el libro, dentro de un tiempo costará más.
-¿Quizás demasiado pensamiento a la contra? ¿Vida al revés?
-El pensamiento no existe y, como daban cuentan los dadaístas, “el pensamiento se hace en la boca”. Y como cantaba Francisco de la Torre en su libro o canto III, tardíamente descubierto por Quevedo: “En el alma traigo yerba ponzoñosa/ y en los ojos cosa, con que más la arraigo”.
-Siguiendo la tónica de Baudelaire, ¿podemos continuar cantando que somos “héroe” e “inútil”?
-Te respondo con Wilde, que Wilde pega mucho con la Navidad y el cava Freixenet. Decía el genio y dandy: “Cuando la gente está de acuerdo conmigo siempre pienso que estoy equivocado”. Quizás en el yerro está toda la verdad. Es el concepto de Hamartía aristotélico: suceso u opción que cambia la vida del héroe. Esto es, sí, mi estupendo libro El hombre entre las rocas.
-¿Mucho infierno en su vida?
-El infierno es más literario porque es donde pasan las cosas. Lope de Vega lo gritó en sus tan manidos y manipulados versos: “Creer sospechas y negar verdades/ es lo que llaman en el mundo ausencia/ fuego en el alma y en la vida infierno”. Un amigo mío, algo oligofrénico pero cultísimo, me decía hace poco: “Dios me perdonará porque es su oficio”. Suena gracioso, pero en el fondo terriblemente triste.
-¿Es ininteligible su libro?
-No, pero es secreto. Lo dijo Max Frish: “Toda escritura ha de ser secreta”. Y Leopoldo María Panero lo sentenció todavía más claro: “Toda escritura es un palimpsesto”. En esta idea encaja mi libro. Por otra parte, es geometría pura, está perfectamente organizado y rezo para que, finalmente, se traduzca al francés, cuando parece que ya hay importantes y luminosos intentos.
-¿Y este año próximo es su año?
-Sí. Una novela, tres libros de poesía y el primer tomo de mis diarios. Por si lo anterior fuera poco, me acabo de enterar de que hay intentos de trasladar al teatro mi novela, El clítoris de Camille, esperemos que con buen reparto y muy en la onda de La cabra, de Edward Albee, por poner un ejemplo actual, en la excelente interpretación de José Maria Pou.
-¿Quisiera añadir algo más?
-No existe más vida que la literaria. Que conste. Y unos versos de Whitman, para antes o después de las campanadas, según guste: “Me veo encarcelado con un rostro que no es el mío/ y siento su dolor sordo y constante”.



I Know You [Part II], Morphine
Good, 1993


Powered by Castpost