La llengua dels suburbis

Querido diario,

ja estic més tranquil, menys excitat, sobre el tema de la catalana llengua. Reconec que he estat en estat de xoc, querido diario. Ja t'ho explicaré més endavant, si tinc fetge per a expicar-t'ho. De moment, emperò, querido diario, deixa'm explicar-te un fenomen dels suburbis francesos, els famosos banlieue, aquells blocs d'edificis que cremen en la nit, en la llunyania. Reviso galerades d'un llibre de pròxima publicació, La cultura de los suburbios, que m'allunya de l'infern nostrat de col·lisions lingüístiques per a endinsar-me en les avingudes mal planificades dels suburbis francesos. Unes llengües moren, d'altres s'arrosseguen i d'altres es transformen, curulles de vitalitat, i s'adapten als nostres temps de dislocacions. Sento enveja del francès que ha parit un fill que ja no es diu francès sinó verlan.

Aunque pareciéndosele lo más posible, ese francés vehicular es el inverso diametral del verlan, y éste sí que es el lenguaje propio de los suburbios. El verlan es, en efecto, una lengua de secreto y de opacidad, pero es también justo lo contrario de una lengua simple o de una lengua neutra. El verlan es una lengua de vigor y de aserción. Es la lengua popular por excelencia, una lengua vigorosa e insolente, una lengua esencialmente transgresora.

Los elementos constitutivos del verlan son diversos. Encontramos en él las diferentes modalidades del francés tal como acabamos de enfocarlo. La lengua académica, la lengua administrativa y la lengua vehicular convergen y se difunden en el verlan. Pero lo irrigan otras lenguas que ya no están en el área de influencia del francés, sino que son lenguas de préstamo. Ahí tenemos residuos de lenguas cuyos parlantes han llenado los suburbios: el árabe dialectal, el cabila, el criollo; aquí y allí, unas palabras de tal o cual lengua africana; también está el inglés, o mejor dicho, el americano, lengua emblemática de los negros rebeldes. Y, sobre todo, está ahí el argot popular, el francés de la calle y las tabernas, el de Carco y Céline, que ofrece al verlan su guasa, sus acentos y muchas palabras extrañas que, además, tienen sílabas invertidas.

[...]

El verlan varía de un suburbio a otro, de un año a otro, de un objeto a otro. El verlan cambia como un camaleón, no conserva su posición, se mueve junto sus parlantes y sus actividades. Aunque gran parte de de las palabras y los giros le permanezcan fieles, otras cambian de sentido en función de los sitios, las edades y las prácticas. Se entiende que, en ese aspecto, el verlan se ría de la precisión de la exactitud lingüística en general y de la precisión del vocabulario en particular; que se ría de cualquier norma prescriptiva, de las preocupaciones por una interpretación de validez duradera. El verlan es una lengua de lo inmediato, es una instantánea lingüística. Y no aspira a título de idioma, digan lo que digan los lingüistas: se manifiesta, más bien, como un juego descarado. No se contrapone, eso sí que no, al francés: se contenta con deformarlo, sin manias pero no sin respeto; toma lo que le parece del academicismo, cabalga a la grupa de las acepciones cambiantes.

Hatzfeld, Marc, La cultura de los suburbios. Una energía positiva. Trad. Emili Olcina.

Vaig tenir un cop de sort, a Frankfurt. Vaig veure el llibre, em vaig informar i finalment en vam comprar els drets. El primer llibre que contracto per pròpia voluntat. El segon llibre que contractaré per pròpia voluntat —està del tot aparaulat i només falten les respectives rúbriques— és el d'un individu que corre últimament pel sistema de comentaris d'aquest teatre buit. Querido diario, escriu en la variant valenciana de la llengua catalana, sense destapar el pot de les essències.